Estructura sin movilización, movilización sin estructura

OnceOla (Olga) Onuch volvió a visitarme en mi oficina la semana pasada. Es ucraniana, pero hoy vive en Gran Bretaña: es Newton Prize Fellow en Oxford. Está desarrollando una investigación sobre la eficacia de los partidos políticos para convocar al electorado, y de eso vino a hablar conmigo esta vez. Ya había estado cuatro años antes, oportunidad en la que me entrevistó a propósito de la movilización ciudadana argentina de 2001-2002, que ella encontraba similar a una de Ucrania en 2004. En Oxford trabaja con el protestigioso experto en medios italiano Paolo Mancini.

En mis respuestas a sus preguntas me di cuenta de que yo veo puntos de contacto entre la protesta social de 2001-2002 y las actuales movilizaciones de reclamo de grupos que se consideran excluidos de las políticas de Estado en esa arbitraria discriminación de víctimas que lleva adelante el gobierno de Cristina. Por estos días pienso especialmente en los familiares de las víctimas de las tragedias de Once y de la AMIA. Asimismo, los que sufren por la inseguridad, la violencia de género, los culposos accidentes de tránsito se movilizan pidiendo justicia, en un sentido bien distinto a la justicia que quiere la Presidenta. El punto de contacto que veo yo con el contexto de 2001 es este. Estas protestas son autoconvocadas, no siguen las consignas de los políticos profesionales. Sus protagonistas son públicos: antes fueron audiencias, conocen como nadie del tema público que los moviliza y saben cómo concitar la atención de los medios. Son expertos usuarios de las redes sociales, pueden llevar a la calle mucha gente, muy rápido. También es cierto que esa gente vuelve a retirarse del espacio público igual de rápido.

Esta corriente de descontento, muy numerosa si se suman los grupos (como quedó en evidencia en los cacerolazos de fines del año pasado) porque sus causas son solidarias unas de las otras, le pasa por el costado a los partidos políticos opositores, de modo que no logran capitalizarla. Los partidos con estructura (como puede ser la UCR o el Partido Socialista) conforman, sin embargo, estructuras sin movilización. Y eso porque la movilización sigue siendo movilización sin estructura. Hay todavía un tenue «dejennos solos» que recuerda al «que se vayan todos» de 2001-2002.

También hay dos diferencias importantes, sin embargo. La constatación de que esta emergente agenda en conformación no encontrará lugar en el gobierno de Cristina Kirchner lleva a pensar como buena cualquier alternativa que acelere el advenimiento de un post-kirchnerismo. La otra diferencia es que el kirchnerismo sigue administrando eficientemente muchos de los recursos de movilización clásicos del peronismo y cuenta aún con un zólaco de electorado cautivo asegurado por vía de asignación de recursos del Estado, más que nada en las provincias.

Está abierta la convocatoria del tercer número del journal Austral Comunicación, cuyo segundo número se puede encontrar ya completo en Internet. Incluye una reseña mía al libro de Sherry Turkle, Alone together, que vuelvo a colgar aquí, en la sección de Artículos de Comprensión Discursiva. También una muy buena entrevista de Francisco Albarello a Aleks Krotoski, la periodista de la BBC experta en la revolución virtual, que ya está circulando por las redes sociales.

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Una respuesta a Estructura sin movilización, movilización sin estructura

  1. Patricia Nigro dijo:

    Excelente as always.

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